Jueves 3 de febrero – Lunes 14 de febrero
Llegué a Cusco el jueves a las 12 del día, con una sensación tan extraña. Me dio mucho pesar irme de Lima, estaba tan contenta allí. Y saber que llegaría a otro nuevo lugar, sin conocer a nadie, sin saber nada, es tan raro lo que se siente; como una emoción y una pequeña angustia al mismo tiempo.
Alguien en el hostal en Lima me había recomendado un hostal en Cusco (por cierto así empiezan la mayoría de las conversaciones con las personas que uno va conociendo; “Y de dónde sos”, “Y para dónde vas”, “Y dónde te quedaste”, “Y cómo hiciste el recorrido” etc.).
Entonces así todo el mundo va recolectando valiosa información para continuar su destino, y además creando nuevas amistades. Se intercambian también miles de correos electrónicos (de los cuales generalmente se usan solo unos cuantos), y se prometen también muchas visitas futuras.
El viaje a Cusco duró 22 horas, fue un viaje muy cómodo y tranquilo, dormí la mayor parte. Y como les he contado, he aprendido a disfrutar de los viajes en bus, se me han convertido en momentos de reflexión, de evaluación y de descanso.
Llegué a la terminal y le dije a un taxista que me llevara al hostal que me habían recomendado; no lo conocía pero fuimos a buscar, definitivamente no lo encontramos, pero tenía otra opción que me había dado la misma persona, y allá llegué.
Ese sería mi hogar por los próximos 12 días (nunca me imaginé que fuera a ser tanto). Se llama hostal Arco Iris; pregunté por un dormitorio, valía 10 soles; eso era lo que necesitaba. Era un cuarto con dos camas y dos camarotes.
El hostal muy sencillo, administrado por una familia, Luz Marina, la dueña y mamá de 4 niñas, (Samanta de 19 años, Alejandra – 15, Morena – 6 y Mirca – 4 años). Todas las niñas ayudan a su mamá en el hostal, y fueron mis amigas durante todos esos días.
Samanta es una joven muy seria, asume la mayor responsabilidad en el hostal y en el cuidado de sus hermanas mayores; al principio no me parecía muy simpática, pero luego reflexioné y me di cuenta que no debía ser fácil para ella tan joven y tener tantas responsabilidades. Al final terminamos llevándonos muy bien.
Pero mis mejores amigas fueron Morena y Mirca, son unas niñas hermosas, creo que son el mayor atractivo del hostal. Jugamos, conversamos y disfrutamos mucho. Se sabían todas las canciones que se puedan imaginar, entonces cantábamos y bailábamos (yo intentaba!!!).
Apenas me instalé, Luz Marina comenzó a explicarme todo lo que podía hacer en la ciudad. Cusco es una ciudad netamente turística. De hecho la mayoría de los jóvenes estudian turismo, se dice que esa es la carrera del Cusco.
En las calles, por lo menos en la plaza de armas (plaza principal), y sus alrededores, creo que por ahí el 70 u 80 % de las personas son turistas. Es una ciudad tan hermosa, parece como de mentiras.
Entonces esa tarde decidí hacer mi primer tour y distraerme un poco. Hay un “boleto turístico”, que incluye como 16 lugares para visitar, entre museos, sitios arqueológicos, pueblos cercanos, etc.
Ese día hice el “city tour”, un recorrido dentro de la ciudad y los alrededores más cercanos.
No les he contado todavía del frío taaaaan horrible que hace. Qué desespero!. Cada vez compruebo más que soy una persona totalmente de tierra caliente, puedo decir que “odio” el frío, me da mal genio, me aburre, me da como rabia. Creo que nunca me acostumbraré a él. Siento que es algo inhumano. Y para acabar de ajustar llovía todos los días, qué horror!.
Además la altura afecta muchísimo, son 3400 mets. de altura; y dar así sea un paso, cuesta mucho. Mucha gente se enferma cuando llega. La altura causa dolor de cabeza, problemas para respirar, problemas intestinales; el famoso "soroche", incluso hay unas pastillas con ese nombre que sirven para contrarrestar esos síntomas.
A mí los dos primeros días me dio dolorcito de cabeza, y mucha dificultad para respirar. Y aunque nunca pude acostumbrarme en realidad, por lo menos no tuve ningún sítnoma grave.
El hostal quedaba como a 2 cuadras arriba de la plaza (pero parecían por ahí 80), entonces siempre me demoraba como 2 horas para llegar y terminaba asfixiada.
Esa noche no pude dormir casi, con ese frío, y como con angustia por sentirme tan sola. Y en el cuarto no había mucho con quien hablar. Al día siguiente me fui a hacer otro tour al “Valle Sagrado”.
Es una cosa hermosísima, hay muchos ríos, pueblitos, y sitios con hallazgos incas. Ese fue de todo el día. En la noche llegué muy cansada. Y desesperada con ese frío. Pero encontré en el cuarto a dos personas súper especiales, que se convertirían en grandes protagonistas de mi estadía en Cusco.
Victoria y Cecilia, quienes ahora son mis amigas. Gracias a Dios que las encontré, ayudaron a que esos días fueran muy especiales.
Son dos uruguayas hermosas, felices, simpaticas, sencillas. Están haciendo el viaje de sur a norte. Entonces me dieron mucha información de lo que ya habían hecho por ej. En Bolivia o Argentina, y yo les conté de Perú y Ecuador.
No sé como pasó, pero tuvimos mucha confianza desde el primer momento, creo que somos muy parecidas. Hablamos de todo, desde las cosas más banales, simples y desagradables (que me gustan y disfruto tanto), hasta las cosas más profundas y trascendentales de la vida.
Las dos son “educadoras sociales”, nunca entendí muy bien de que se trataba la carrera, pero el caso es que hacen cosas muy parecidas a lo que yo hago, y tenemos intereses muy similares.
Nos reimos tanto, por cosas tan bobas; pero también reflexionamos sobre muchas otras. La noche que las conocí, ellas llegaban de Machu Picchu, estaban felices, y me contaron toda la experiencia. Pero yo esa noche me sentía súper mal, gracias a Dios me dieron una aromática y eso me ayudó mucho. Aunque esa noche tampoco pude dormir casi.
Al día siguiente las acompañé a un mercado que querían conocer, “el baratillo”. Háganse de cuenta la minorista o algo así, vendían de todo. Yo estaba desesperada, no se podía ni caminar, todo el mundo encima de uno. Y para acabar de ajustar empieza a llover (Tan raro!).
Vimos una cafetería en medio de todo eso, fue como un oasis. Entramos y era un lugar súper lindo. Nos tomamos un café, y mi primera torta de chocolate en Cusco, por que en todos esos días me comi por ahí 20, y es en serio.
Antes de encontrar la cafetería, yo tenía que orinar (como cosa rara), entonces encontramos “un baño” en medio del mercado. Era como un cuartico todo sucio y tenebroso con un hueco en el piso, entonces yo pregunté que donde quedaba el baño de mujeres; pues, que dónde estaba el sanitario, y me dijeron que eso era.
Y Cecilia y Victoria gozándome, por que ellas ya habían visto cosas así en Bolivia, y esta era mi primera vez. No tenía taaaantas ganas de orinar, entonces me aguanté.
Cocinamos juntas, bailamos, cantamos, y hasta cocimos. Victoria era la modista, se pasaba cortando la ropa o modificándola de alguna forma. Cuando ya no tenía nada más para arreglar decía “qué corto, qué corto???”. Tan charra!. Por cierto, siempre me remedaba cuando yo decía que algo era “muy charro”.
Es también profesora de baile, danza moderna y otros ritmos, entonces ya se imaginarán mi emoción. Hasta hicimos una miniclase y hablamos mucho de todo lo que el baile hace en la vida de las personas.
Cecilia, es una mujer súper interesante, como para hablar por horas y horas. Con mucha conciencia social y pasión por las cosas. Me enseñó un poco de la política uruguaya, muy interesante por cierto.
Y además me recomendó varias buenas películas para ver, pues organiza una especie de festival de cine. A propósito, un día teníamos muchas ganas de ver una peli, pero en Cusco no hay cine, pero descubrimos un lugarcito donde proyectan películas.
Victoria y Cecilia me contagiaron con su energía, con sus sonrisas, con sus sueños. Y ya tengo otro destino para unas próximas vacaciones, Uruguay.
Ellas debían seguir su viaje, entonces hicimos un almuerzo de despedida. Y me dejaron un regalo súper bueno, una chaqueta muy calientica que me ha acompañado todos estos días, porque yo no traje algo caliente de verdad como para este frío. No se imaginan lo que ese regalo me ha ayudado.
Los últimos días en Cusco me encontré también con otras conocidas; ¿recuerdan a las niñas que conocí en el hostal en Lima, las que eran Au pair?. Nos comunicamos e hicimos algunas cosas juntas. Fue muy rico volverlas a ver.
Bueno, después de hacer muchos tours y conocer varias cosas en Cusco (imagínense después de tantos días); el objetivo principal era visitar Machu Picchu. Les tengo que confesar que no me emocionaba mucho la idea. Como que nunca he tenido mucha inclinación por hacer las cosas que todo el mundo hace, y hacerlas solo por eso.
Entonces no tenía muchas expectativas. Sin embargo esperaba que fuera algo especial y no quería ir sola, quería poder compartirlo con alguien. Además, en estos días ha llovido mucho, y ha habido muchos derrumbes, y la verdad es que eso también me daba un poco de susto.
Como les conté, uno siempre intercambia correos electrónicos y sigue en contacto con algunas personas, y con muchas se vuelve a encontrar en alguna parte del camino. Y eso pasó con Mic, lo conocí en Montañita.
Me escribió y me dijo que iba para Cusco, que si quería lo esperara. Entonces me pareció súper buena idea. Me había contado que estaba un poco enfermo, y cuando finalmente llegó a Cusco, creo que la altura lo acabó de enfermar y se puso peor.
Yo ya llevaba varios días allí, pero después de esperarlo, pues no iba a ir sola a Machu Picchu. Después de dos días en cusco él decidió que era mejor ir al médico porque no se estaba mejorando, a pesar que estaba tomando muchos medicamentos, y no me quería poner a mí a esperar más.
Afortunadamente tenía seguro, y hasta lo recogieron en el hostal en ambulancia. Fue tan charro, nunca me imaginé que iba a montar en una ambulancia en Cusco. De hecho creo que fue mi primer paseo en ambulancia.
Llegamos al hospital, y fui tan feliz, había calefacción, wifi, tv, de todo. Lo dejaron hospitalizado dos noches. Entonces obviamente me quedé acompañándolo, (pura conveniencia). Creo que fueron las dos noches más felices en Cusco.
No les he hablado de esto, pero es súper importante. Me siento tan afortunada de estar tan saludable, no he tenido nada raro. La mayoría de la gente que he conocido se ha enfermado de algo, pero a mí no me ha pasado nada afortunadamente.
Cosas normales como una ampolla, un dolorcito de cabeza, o lo de la altura los primeros días en Cusco, pero nada más. Dios sí sabe como hace las cosas. Solo un día de hospitalización costaría como 300 dólares, entonces imagínense.
Mi cuerpo es súper tezo, ha aprendido a acostumbrarse a muchas cosas. Por ejemplo, ya no me dan tantas ganas de orinar todo el tiempo, ni hambre tan seguido. Saben que generalmente como muy poquito pero muchas veces.
Mi estomago se ha manejado súper bien, he aprendido a comer todo lo que pueda cada vez que tengo la oportunidad, porque muchas veces no sé si podré comer rápido otra vez. Y creo que he comido de todo, y nada me ha hecho daño.
Aunque espero poder volver a mis antiguos hábitos apenas me estabilice, por que qué comedera. Con ese frío en cusco, eso era lo único que me provocaba hacer. Y además todo es tan rico, y relativamente tan barato, que es difícil aguantarse las ganas.
Finalmente Mic salió del hospital, y después de mucho averiguar, decidimos hacer “Machu Picchu by car”. Durante todos esos días en Cusco había tenido tiempo suficiente para ir a todas las agencias turísticas y averiguar las diferentes formas de ir. Además de ir recolectando mucha información con la gente que ya lo había hecho.
En la siguiente entrada les contaré todo lo de Machu Picchu. Por ahora les cuento que después de regresar, descansé el siguiente día, por que literalmente me dolía hasta el pelo, y el lunes en la noche salí para Puno, que es la frontera con Bolivia, y donde se encuentra una parte del lago Titicaca.
El viaje desde Cusco hasta Puno dura 7 horas, después de haber montado tanto en bus, esto ya no es nada. Viajé en la noche, y llegué a Puno como a las 6 de la mañana, me fui a conocer la plaza, y a las 9 am me fui a hacer un tour a “Las islas flotantes” en el Lago Titicaca.
Son unas islas artificiales que han construido los Uros, una comunidad indígena. Usan totora para construirlas, son 50 pequeñas islas. En cada una viven varias familias y tienen su propio presidente.
Visitamos algunas islas, y los indígenas muestran sus casas, la forma de construir la isla, sus formas de empleo, etc.
Había una niña hermosa, yo llevaba en el bolso unas uvas (Por cierto, las uvas en Cusco eran gigantes, deliciosas y súper baratas, entonces comí muchas). Le di a la niña unas uvas, y se puso tan feliz, fue un espectáculo en toda la isla, porque la niña (casi sin saber hablar) empezó a gritar “lero lero” y a mostrarle las uvas a todo el mundo, estaba feliz.
A las 2 pm salió el bus hacia Bolivia, recorrido que les contaré más adelante.