28 de enero -2 de febrero
Como les conté, debía coger un bus que se demoraba 30 horas en llegar a Lima, salí de Tarapoto el jueves a la 1:30 pm, era un bus cómodo, e incluía hasta la comida; pero obviamente no falta una que otra cosa rara.
Vi como 30 películas, algunas buenas, otras horribles; escuché música (me ha servido mucho especialmente para los buses, un mini mp3 que me compré antes de venirme), dormí por ratos, fui al baño como 80 veces (como siempre).
La silla tenía un problema, cada vez que la reclinaba, se iba devolviendo sola, qué rabia!, entonces yo era ahí haciendo fuerza, hasta que me logré acostumbrar, y luego cambié un rato con la muchacha del lado.
Sin embrago, disfruté mucho de los paisajes, la mayor parte del camino es puro desierto, montañas y montañas de arena por todas partes, y después empecé a ver el mar, el océano pacifico en todo su esplendor.
La carretera es muy buena, se llama Panamericana, y atraviesa todo el país, de hecho creo que varios países. Fue entonces una vista muy agradable.
Esta vez tampoco faltó el que vomitara todo el camino (literalmente). Pero bueno, finalmente llegué a Lima a las 7:30 pm. Fue a recogerme un amigo de Lucho, porque él todavía estaba trabajando.
Este amigo se llama Javier Prado (que por cierto es el nombre de una avenida principal en Lima). Me fui con él para un centro comercial, comimos, me acompañó a loliar un ratico (no sé cómo después de esas 30 horas de viaje, llegué con energía. Pero siempre pienso que tengo que aprovechar cada momento del viaje, y de alguna parte saco energía), y luego nos fuimos para la casa de él.
Llegó Lucho con otro amigo, y ahí mismo nos fuimos para la playa. Eso es lo primero que me impacta de esta ciudad, no puedo creer que sean tan de buenas de tener el mar taaaan cerquita. Qué envidia!!!
Llegamos a la playa como a la media hora, era una casa que alquilan unos amigos de Lucho durante las vacaciones. Esa noche conversamos, nos reímos mucho, escuché sus historias de cuando estaban en la universidad, etc.
Conocí varias personas más, entre esas a Pablo, otro amigo súper querido, tan gracioso. De esos que hacen representaciones cuando cuentan algo y que da risa solo mirarlo.
Me fui a dormir, y al otro día nos fuimos para el mar, que estaba como a una cuadra. Me broncié un ratico, compré un pareo que hacía días estaba antojada, y empecé a ver un montón de gente tan bonita por todos lados.
Les cuento que por primera vez en la vida sentí miedo en el mar; me metí sola mientras Lucho y los amigos se quedaron en la playa, ocupados viendo el panorama. Ese mar estaba taaaaaan fuerte, pero no parecía. Me metí unos cuantos pasos, y el mar me empezó a empelotar, yo no sabía si sostenerme arriba, o abajo, o si respirar, o si intentar salir, era tan horrible.
Me dio como 20 vueltas, y cuando lograba recuperarme, volvía y me daba más vueltas. Intentaba salir, y las olas me devolvían, no no no, tan horrible.
Estaba muy cerquita de la orilla, y por eso no me asusté mucho, pero creo que así es que la gente se ahoga, por que empieza a cansarse hasta que ya no aguanta más, finalmente logré salir, súper revolcada, y cuando llegué donde estaban todos, súper agitada, ninguno se había dado ni cuenta de lo que me había pasado, obviamente todos muy ocupados divisando “otras cosas”.
Almorzamos, descansamos por la tarde, y en la noche salimos a bailar, no se imaginan, eso parecía una pasarela.
Cuando Lucho me dijo que íbamos para la playa, nunca me imaginé que iba a ver todo eso, no estaba preparada. Yo estaba casi de pijama (como siempre), pero de verdad, qué montón de gente tan linda.
Al día siguiente no hicimos mucho, nos fuimos en la tarde para Lima, y me dejaron en el hostal. Llegué a un hostal que me había recomendado Juanito (se acuerdan de él?, con el que me fui para Máncora).
El hostal se llama Kokopelli, no se imaginan qué cosa tan buena, escogí un dormitorio para 8 personas, primero porque es más barato (30 soles), y segundo, porque así es más fácil conocer gente.
El hostal súper lindo, limpio, organizado, unas camas súper buenas, sala de tv como con 1000 películas, wifi, cocina, desayuno incluido, bar, mejor dicho, me provocaba como quedarme viviendo ahí.
Además todos los empleados súper queridos y el ambiente muy rico. Apenas entré al cuarto, conocí a Clara, argentina (qué montón de argentinos y chilenos por todas partes).
Esa noche salí con ella y un amigo de suyo peruano a conocer por ahí cerca. Fuimos al malecón, parte de la playa que quedaba como a 5 minutos caminando desde el hostal. Es un área muy bonita, se llama Miraflores.
Luego adivinen a donde fuimos. Se les hace familiar esto???
Pues sí, mi postre favorito en Creps and Waffles, qué emoción, cómo me encuentro esto por acá??? Aunque no estaba tan rico como en Colombia, y además era más caro, pero de todas formas, fui tan feliz.
En el cuarto había otras tres niñas, una era de Irlanda, la otra de Italia, y la otra alemana; se habían conocido siendo aupairs en Francia, entonces era tan gracioso, esa mezcla de nacionalidades y de idiomas.
Al día siguiente me fui con ellas a conocer el centro de Lima, y un barrio que se llama El Callao, que siempre me había llamado la atención por la canción de Juan Luis Guerra que me gusta tanto “Woman del Callao”.
Nos acompañó para guiarnos un muchacho de Couch Surfing, Víctor, súper querido, sacar de su tiempo para mostrarnos estos lugares y servirnos de guía.
Nos fuimos en “Metropolitano”, es como una especie de transmilenio, pero más bonito y organizado, es muy nuevo (6 meses). Aunque, no tiene nada que envidiarle al metro.
El centro es muy lindo, al parecer, muy similar a construcciones europeas. Allí está la alcaldía, la casa del presidente, monumentos y cosas así.
El Callao es un puerto, al parecer hay partes no muy seguras allí, pero a mí me pareció muy lindo. La playa muy bonita, con piedras, agua helada; allá no nos metimos, solo los pies.
Llegué al hostal, y me fui con Clara a mirar cositas, regalos para ella llevarle a la familia porque esa noche se iba. Y como llevaba muchas cosas, me dejó el shampoo, el bloqueador, la crema dental, crema para peinar; súper de buenas, justo cuando ya se me está acabando todo.
El último día me sentía muy triste de irme, después de haber hecho tantas cosas y sentirme tan acompañada. Mi próximo destino es Cusco, para ir a Machu Picchu.
Compré el tiquete para el miércoles a las 2 pm. En la mañana me llamó Pablo para invitarme a almorzar, y como a los 5 minutos me llamó María Eugenia, se acuerdan???? La super amiga que conocí en Montañita.
Había llegado a Lima después de terminar su viaje por toda la costa ecuatoriana, porque de allí salía su avión para Lima esa noche. Entonces fui tan feliz de escucharla, nos encontramos y nos fuimos a almorzar con Pablo. Y luego me acompañaron a la terminal, tan lindos.
Hasta ahora tengo un montón de impresiones y sensaciones sobre este país, cuando me vaya, les contaré algunas generalidades; por ahora les puedo decir que he estado feliz.
Ana me alegra tanto saber que estas bien, pasando rico, me encanta leer todas tus experiencias y no creo que nadie se pudiera aburrir de leer lo que escribes, ahy partecitas donde quiero saber mas y con todos los detalles posibles.
ResponderEliminarTe mando un abrazo y como vos decis finalmente todo te sale bien - siempre lo habia pensado-
ay ke emocion ver ese chocolate fondue, ke rico saber otra apreciacion de peru...
ResponderEliminarme divierto mucho leyendo las historias y narrativas de viaje.....
super chimbaaaaaaa la foto en el metropolitano.. parece publicidad de esas de diesel, americanino etc... jejejejje
un abrazzoooooooooooo y muazzzzzzzzzz...
gracias a Dios ke sigue enviandote angelitos en tu recorrido....